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Ella
Cuando ella sigue hablando a unos rostros, quedo atónita en el vasillo de mi soledad. Cuando ella pregunta me con su dulce sonreír creo que olvido todo. Si se atrevería condenarla me duele el corazón, el mismo corazón que ella quiebra y parchea incansablemente. Tengo que preservarla de esta brutalidad. Pero, cuando debido a ella soy llena de pena debo volver a decir aquellos palabras puñal.
No podría nunca entender si vivo con el espejismo de su amor o de su pasotismo.
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